Por Sergio Garcés Quintana
Donato del Mármol |
Máximo Gómez Báez |
La historia como cualquier otra ciencia requiere rectificarla constantemente, volver sobre ella con los ojos y los instrumentos de la contemporaneidad. Tradicionalmente cuando se hable de la “Primera Carga al Machete” se sitúa la fecha a partir de lo que Gómez dejó asentado en su diario fijando la fecha del 4 de noviembre de 1868, en él escribió:” El día 4 de noviembre ocupamos la Tienda de del Pino donde se dio la acción del mismo día (…)”. Todos los estudiosos de la historia saben que Gómez no escribía diariamente su diario sino que hacía resúmenes cuando las circunstancias se los permitían, esto lo llevó a legar más de un error que, con todo el respeto que su figura histórica merece, debemos rectificar, ese es el caso del combate de Pino de Baire y la “Primera Carga al Machete”.
Acudimos a un estudio realizado por el licenciado Aldo Daniel Naranjo publicado en su libro, “Historia y Destino””
COMBATE DE PINO DE BAIRE. MITO Y REALIDAD
Por Aldo Daniel Naranjo Tamayo
INTRODUCCION
De las maniobras de la columna del coronel Quirós para llegar hasta Bayamo fueron avisados a tiempo Mármol y Céspedes, quienes comenzaron a tomar medidas para contenerla y rechazarla. Por eso el 20 de octubre, en la tarde, ya tenían concentrados sobre el sector de Jiguaní más de 2 000 patriotas.
Mucha alarma causó entre los bayameses, en la mañana del jueves 22 la noticia de que la columna española del coronel Quirós llegó al poblado de Baire. Por la tarde Céspedes recibió en su oficina en el Ayuntamiento al general Perucho Figueredo y al diputado Lucas del Castillo, acompañado del comandante Benjamín Ramírez, quien había quedado cuidando el camino de La Redonda , después del combate de Babatuaba. Ahora tenía bajo su mando una fuerza de 70 hombres, a los que había disciplinado, pero carecía de armamentos de fuego. Ordenó Céspedes a Figueredo que le entregara a Ramírez 60 carabinas Miniet y le ordenó que saliera con su unidad para Jiguaní a auxiliar a Marcano, Mármol y Gómez en la lucha contra la agrupación colonialista de Quirós.[1]
De igual manera Céspedes armó a la partida del capitán Rafael Milanés y los despachó para los inminentes combates en el sector de Jiguaní.
Previendo el caso de tener que aumentar las tropas, aunque con las que contaba hasta ahora podía batir al enemigo, el 24 de octubre decretó el Servicio Militar Obligatorio. Debían presentarse a las autoridades desde ese momento todos los hijos del país comprendidos entre los 18 y 40 años de edad para formar filas del Ejército Libertador y movilizarse a los sitios necesarios.
Por su parte, los de 40 a 60 años de edad también debían enrolarse en la lucha para prestar los mismos servicios, haciendo la salvedad de que no podía movilizarse para ningún punto. Es decir, constituían una reserva estratégica de la Revolución.
Ley de obligatorio cumplimiento, estableció que el que no se presentara en el plazo de 72 horas sería considerado como sospechoso y castigado con todo el rigor de las ordenanzas.[2]
COMBATE DE PINO DE BAIRE
El 21 de octubre, el coronel Demetrio Quirós llegó a orillas del río Contramaestre, por el paso de Venta de Casanova, Una fuerza cubana de 20 hombres, al mando de Rafael Cabrera tenía preparada una emboscada a la subida de la cuesta y listas unas colmenas de abejas para lanzarlas contra el enemigo tan pronto comenzara el cruce del manto de agua. Sin embargo, el jefe español descubrió las posiciones cubanas con los anteojos y ordenó fuego a las dos piezas de artillería. Los insurrectos contestaron el fuego, pero el descomunal torrente de metralla de los contrarios, se vieron obligados a replegarse.[3]
En tanto, los generales Marcano y Mármol tenían fortificada la Loma del Yarey, en el camino de Baire a Jiguaní, y al general Santiesteban emboscado en el acceso secundario de La Rinconada. El plan elaborado contemplaba que tan pronto Quirós atacara una posición, las demás fuerzas debían envolverlo por la retaguardia y establecer un anillo de fuego.[4]
En vista de que el enemigo no avanzaba desde Baire, el 25 de octubre el general Gómez pidió hacer una exploración sobre el enemigo. Mármol dispuso el movimiento y puso a su disposición 40 hombres con el coronel Ángel Bárzaga. Apenas llevaban fusiles y municiones, siendo la principal arma el machete. Hicieron una alto en Venta del Pino, a un kilómetro al sur de Baire. El lugar era a propósito para una emboscada. Entonces el experto dominicano mandó sobre el poblado al teniente Ismael Mena, de origen bayamés, con algunos números para hostilizar a los españoles y obligarlos a seguirlos, y de este modo atraerlos sobre la trampa.
El coronel Quirós cansado del hostigamiento, sobre las once de la mañana dispuso la persecución del pequeño grupo rebelde por una compañía del 2º Batallón de la Corona, seguida por otra del Batallón Cuba. Demasiado confiado, cometió el error de mandarlas sin una exploración previa y sin flanqueos.
El general Gómez ocultó en los maniguazos del camino, ordenó que nadie hiciera fuego hasta recibir la orden. Cerca del mediodía los jinetes de Mena rebasaron la posición de Venta del Pino, seguidos de la vanguardia hispana, la que penetró a la emboscada.[5] En ese momento la voz potente de Gómez atronó el espacio: “¡Al machete!”. Al conjuro del mandato algunos efectuaron un disparo y de inmediato saltaron blandiendo el machete contra los adversarios. La sorpresa fue total, provocando un terror tal que apenas tuvieron tiempo de defenderse. En la primera acometida dejaron gran cantidad de muertos y heridos.
Ante la magnitud del descalabro, el coronel Quirós acudió al campo de la acción con otra compañía y una pieza de artillería, dejando el resto de las fuerzas a la retaguardia.[6]
Por la parte cubana, acudieron algunas fuerzas con el general Mármol, el coronel Calixto García y los comandantes Benjamín Ramírez y Rafael Milanés. La tromba insurrecta de auxilio llegó por el callejón de Ahoga Perro, macheteando sobre la manigua y el camino. Después de dos horas de cruenta porfía, los hispanos retrocedieron y buscaron refugio en Baire, dejando en Ventas del Pino gran cantidad de muertos.
El entonces comandante Benjamín Ramírez, héroe de este combate, ha narrado:
Este fue muy reñido hasta el extremo que le dimos al enemigo dos cargas al machete. A pesar de que los españoles hicieron uso de la artillería, nos enredamos unos y otros en un combate cuerpo a cuerpo muy animado: hubo un soldado a quien uno de los nuestros le trozó la carabina de un machetazo.[7]
Los españoles abandonaron armas de toda clase, algunos heridos y prisioneros. Los patriotas tuvieron 10 muertos y 12 heridos. En su parte Marcano escribió: “Por nuestra parte tuvimos pocos muertos y cuatro heridos levemente, mientras ellos dejaron sus puestos sembrados de cadáveres, entre ellos un Capitán de Infantería, que a la cabeza de la columna disponía las operaciones.”[8]
A partir de Venta del Pino comenzó a crecer la leyenda del machete mambí, bravo, irreductible, el cual producía heridas de hasta 15 centímetros y cortaba de un tajo los cañones de las carabinas Miniet.
El coronel Demetrio Quirós en un parte ridículo, risible, se presentaba como vencedor a las puertas de Baire, diciendo en tono fanfarrón:
La sección que el enemigo tenía armada de machete salió al campo y atacó con feroz empeño machete en mano a las dos compañías de la Corona y de Cuba; pero sus valientes soldados sin dejar una línea, los recibieron con las puntas de sus bayonetas batiéndose palmo a palmo siempre al arma blanca, los hicieron retroceder, persiguiéndoles más allá de sus posiciones, quedando terminado el combate con dos metrallazos que los cogieron de flanco, en su precipitada fuga y retirada, después de siete cuartos de hora de una ruda pelea, en su mayor parte cuerpo a cuerpo, dejando en el campo trece muertos, gran número de caballos que fueron inutilizados, fusiles, escopetas y caballos.[9]
El general Luis Marcano en un informe al General en jefe Céspedes, en la mañana del día siguiente, le contó muchos aspectos del combate de Venta del Pino por la columna del general Mármol, quien se había separado por un momento de sus instrucciones. El, en lo particular, tuvo conocimiento de pelea casi en sus finales, pues su posición estaba un poco alejada y cuando pensó auxiliarlas, ya las tropas enemigas dejaban el escenario en precipitada huida. En el parte el dominicano agregaba:
Si al principiar la acción yo tengo noticias de ella, me dirijo por la parte opuesta de Mármol cogiéndolas encallejonadas, y aseguro su completa destrucción.- Sin embargo, a pesar de haberse precipitado Mármol de mis coordinadas instrucciones, sostuvo un vivo fuego y certero, y a lo último, él y otros compañeros, presentando batalla al enemigo frente a frente les hicieron descargas con sus rifles con un valor y decisión recomendables…
Concluido el combate reconcentrándose las fuerzas, poniendo los heridos en lugar seguro y remitiendo varios prisioneros de los que se cogieron al pueblo de Jiguaní.
Ahora he acercado más mis columnas a la vista del pueblo con objeto de estar más inmediato a sus contrarios y observar con persistencia todos sus movimientos.[10]
Reunidas las fuerzas rebeldes en El Infierno, el general Marcano decidió aprovechar las ventajas obtenidas en Venta del Pino y cercar la columna colonialista en Baire. A este fin Mármol ocupó posiciones al oeste, Gómez en Loma del Sitio, mientras el general Santiesteban debía hostigarlos constantemente dentro del pueblo.
El lunes 26 de octubre, los patriotas sorprendieron un correo español procedente de Santiago de Cuba, con pliegos del general Ravenet para Quirós, fechados desde cinco días atrás. En los papeles el jefe de Oriente le decía a su subordinado que no se alejara demasiado de la ciudad de Santiago de Cuba a fin de poder combinar operaciones y acudir de refuerzo con prontitud ante cualquier eventualidad.[11]
El general Marcano preparó condiciones para atacarlos en horas del mediodía, pero como antes la columna de Quirós inició el retroceso hacia Santiago de Cuba, cogiendo por la Venta de Casanova. En esta maniobra fue sorprendido por Mármol y Gómez, que lo sometieron a un sistemático hostigamiento y lograron inmovilizarlo en el caserío de Las Ventas.
Ante estos importantes sucesos el general Céspedes salió hacia Baire, donde llegó a las cuatro de la tarde. En la plaza del poblado bajó del caballo, siendo vitoreado por los vecinos. Luis Marcano lo puso al tanto de los últimos acontecimientos. Con la comunicación de Ravenet en la mano, Céspedes sacó la conclusión de que la plaza de Santiago de Cuba estaba debilitada. Por eso ordenó publicar en El Cubano Libre que según confesión del Gobierno español no contaba con recursos suficientes para sofocar la insurrección.
Pensaba participar en el asedio al enemigo en Ventas de Casanova, pero llegaron alarmantes noticias desde Bayamo, teniendo que regresar precipitadamente. Aprovechando la ausencia de Céspedes algunos prisioneros intentaron fugarse. Primeramente lograron salir del edificio, y luego buscaron armarse. Pero el pueblo, integrado en las Milicias Cívicas, consiguió dominar el conato. Muchos bayameses querían linchar a los alborotadores, pues los españoles no solo violaban lo estipulado en el Acta de Capitulación, sino que despertaron un rencor general. Desde ese momento nadie confiaba en su tranquilidad.
PERSECUCION DE LA COLUMNA DE QUIROS
El 26 de octubre en la tarde las fuerzas del general Mármol inmovilizaron la columna España de Demetrio Quirós en Ventas de Casanova y Gómez con dos cañones le hizo seis disparos. En los días siguientes, el general Marcano envió gran cantidad de partes al generalísimo Céspedes manteniéndolo al tanto de la situación táctica y operativa de los grandes esfuerzos para evitar que los contrarios rompieran el cerco.
El 30 de octubre, en un escrito aparecido en El Cubano Libre bajo el título “Mármol y Gómez” se destacaba el prestigio alcanzado por ambos jefes militares:
Cuando la justicia exige que los hechos de valor sen proclamados por todos los buenos para satisfacción de unos, espanto de otros y admiración de todos, la pluma del escritor público siempre debe estar encarnando nuevas ideas, el pensamiento no debe cesar en su germinación prodigiosa, y la inteligencia mover sus resortes para proclamar por todas partes los nombres de los varones ilustres cuyos corazones se ensanchan a los nombres de patria y libertad.
Dispuesto a cooperar con el copo de la columna colonialista, el general Céspedes consiguió un voluminoso cañón, el que fue acondicionado en el acto por el ingeniero Suastegui. Poco después, el martes 3 de noviembre, emprendió la marcha hacia Jiguaní llevando las fuerzas del comandante Juan Fernández Ruz y la pieza de artillería tirada por dos yuntas de bueyes. Esta marcha constituyó una labor titánica, pues debieron rodarla por caminos fangosos y cruzados de arroyos.
En horas de la tarde llegó el jefe de la Revolución la sabana de Maibio, donde la columna enemiga había sido inmovilizada nuevamente. El general Marcano lo puso al tanto de la situación operativa: Quirós acampaba en una tienda y tenía gran cantidad de hombres heridos y, por otro lado, los generales Mármol y Gómez habían salido a combatir un refuerzo procedente de Santiago de Cuba en las cercanías de Palma Soriano.
La posición ocupada por el coronel Quirós era relativamente buena ya que estaba en medio de un extenso descampado, impidiendo el avance de los patriotas. El jefe español aprovechó estas ventajas para capturar algunas reses y alimentar con carne a sus hombres.
Poco después regresaron Mármol y Gómez, los que contaron que después de un vivo fuego con la avanzada del convoy aceptaron una entrevista con su jefe, el santiaguero Sebastián González. Llegaron al acuerdo que González retornaría a Santiago de Cuba y regresaría con 500 hombres bien armados para sumarse a la Revolución. Estos pasos Céspedes y Marcano los consideraron positivos y de mucha ventaja para la lucha en el sector de Santiago de Cuba.
De inmediato fueron creadas las condiciones para atacar la columna de Quirós, pero la pieza de artillería presentaba algunos desperfectos. No pudo ser empleada.[12]
Sin embargo, el día 5, el enemigo prosiguió la retirada por el camino de Ma- Antonia, con el fango a la rodilla. Cuando rompieron la marcha, los disparos de los cubanos le causaron nuevas bajas, dejando nueve cadáveres insepultos en el trayecto. Cuando se desplazaba por la vereda de Juan Varón hacia el camino real, tuvo el fuego de las fuerzas del coronel Bárzaga y el comandante Juan Fernández. Por cierto, una esquila de cañón que dio en un gajo de guayaba dejo inconsciente al comandante Fernández.[13]Estas acciones y la sospecha de sucesivas emboscadas obligaron a Quirós a pernoctar en san Antonio de Cuén.
El 5 de noviembre en un despacho telegráfico Céspedes informaba de la colocación de la artillería para atacar y los apuros que pasaban los sitiados. Llegaron a él informes de que unos 1500 patriotas habían ocupado la cabecera del partido de San Luis de Las Enramadas, en el sector de Santiago de Cuba, y de Mayarí en Holguín.[14]
Sin embargo, esa mañana, la columna hispana siguió la marcha hacia Palma Soriano, por el camino de Laguna y Cuchillas del Cauto. El general Marcano que dispuso que Bárzaga prosiguiera la persecución y la otra parte la concentró para marchar para Palma Soriano. Por eso Marcano, acompañado por Céspedes, urgentemente se encaminaron a ese poblado, sospechando que el enemigo trataría de ocuparlo.
La vanguardia de Quirós se apoderó de la Loma de Cuchilla, desde donde disparó a la comitiva de Marcano y de Céspedes casi a boca de jarro. El caballo de Céspedes se espantó haciéndole perder el equilibrio al jinete. Tuvo la mala suerte que al caer de la bestia, no tuviera tiempo de sacar el pie derecho del estribo. Por esta fatalidad el animal lo arrastró varios metros.[15]
En un esfuerzo sobrehumano sus ayudantes lograron detener el animal y revivir a Céspedes, el que presentaba magulladuras por todo el cuerpo. Milagrosamente salvó la vida. Pero detrás quedó tendido de un disparo el joven Francisco Socarrás, olvidado en la confusión de la sorpresa. A retaguardia marchaba el general Gómez quien recogió al mártir y le dio digna sepultura en los fondos de la Iglesia de Palma Soriano.
El principal empeño ahora era copar a Quirós en Palma Soriano, por lo que Céspedes, Marcano, Pío Rosado, Juan Fernández adelantaron el paso para cruzar el cauto antes que los hispanos y crear fuertes defensas en los vados de la orilla opuesta. Pero el fuego de la avanzada enemiga en San Francisco los hizo torcer el rumbo hacia La Soledad , un poco más abajo.
Entre tanto, el coronel Quirós con buenos prácticos cruzó la vía fluvial por el paso conocido como Vega Larga, un poco más arriba del poblado, y siguió de largo rumbo a Santiago de Cuba. Llevaba menos de la tercera parte de la columna conque días antes había salido en operaciones.[16]
De este modo concluyó la persecución de Quirós y los suyos, sin que pudiera lograr su propósito de llegar a Bayamo y mucho menos destruir el baluarte revolucionario. Según cálculos de Gómez las fuerzas patrióticas concentradas en Palma Soriano ascendían a unos 2000 hombres, las que participaron en estas maniobras. En el desarrollo de estas acciones resulta fácil percibir la falta de coordinación entre las distintas unidades combativas, encargadas al general Marcano, y la poca pericia en la formación de emboscadas. El mismo Gómez ha dicho críticamente que si el generalísimo Céspedes se hubiera sostenido al frente de las tropas, quizás de hubiera cumplido el objetivo de copar a Quirós.[17]
[1] Benjamín Ramírez: Memorias de la guerra del 68 (Inédita), p. 7.
[2] Carlos Manuel de Céspedes: Escritos, Editorial Ciencias Sociales, La habana, l982, t.1, p. 120.
[3] Benjamín Ramírez: ob. cit., p. 9.
[4] Luis Marcano: Parte a Carlos Manuel de Céspedes, en El Cubano Libre, Bayamo, 1 (4), 27 de octubre de 1868, p. 1.
[5] Benjamín Ramírez: Ob. cit., p. 10.
[6] Gaceta de La habana, 28 de octubre de 1868, p.1.
[7] Benjamín Ramírez: Ob. cit., p. 51.
[8] Luis Marcano: Parte a Carlos Manuel de Céspedes, en El Cubano Libre, Bayamo, 1 (4), 27 de octubre de 1868, p. 1.
[9] Gaceta de La habana, 28 de octubre de 1868, p.1.
[10] Luis Marcano: Parte a Carlos Manuel de Céspedes, en El Cubano Libre, Bayamo, 1 (4), 27 de octubre de 1868, p. 1.
[11] Ibíd., p. 2.
[13] Antonio Pirala: ob. cit., t.1, p. 269.
[14] Carlos Manuel de Céspedes: Escritos, t.1, p.125.
[15] Benjamín Ramírez: ob. cit., p. 12.
[16] Antonio Pirala: ob. cit., t.1, p. 270.
[17] Máximo Gómez: ob. cit., p. 37.
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